ANÁLISIS DE LA POLÍTICA ACTUAL

Sólo la crítica y la profundidad en el análisis de nuestro mundo nos devolverá el sentido último de la realidad y de nuestra existencia

viernes, 20 de mayo de 2011

Mar gruesa. El 15-M y los hijos de la Transición

Alguno de ustedes seguro que tiene un hijo en paro, o dos. Son los hijos de la Transición. Los hijos mejor preparados de la historia de España. Y, sin embargo, están en paro. La dignidad del trabajo radica en su capacidad para dar la libertad. Si no tienes trabajo no eres libre. Nuestros hijos no son libres. Están maniatados por el mercado y un sistema que no acaba de creer en sí mismo. Un sistema que se sostiene sobre las entidades financieras y los grandes grupos empresariales.
Pero no estamos descubriendo nada nuevo. Desde la llegada de la burguesía al poder fue así. Esta nueva coyuntura forma parte de un nuevo periodo histórico que, además, coincide con otro fenómeno ignorado y es que la mayoría de estos nuevos jóvenes en paro son personas preparadas intelectualmente, que saben de lo que hablan y saben lo que quieren.
Hasta ahora los partidos tradicionales no han sabido dar las respuestas oportunas. Descargar toda la responsabilidad sobre un gobierno es absurdo. Ni el de ZP ni el de las Comunidades Autónomas que tienen transferidas las políticas activas de empleo. Nadie sale indemne no obstante, pero desde luego es un problema que viene también de fuera, del ocaso de un capitalismo ramplón que está asistiendo a sus últimos coletazos.
Si el capitalismo no se transforma en un sistema más justo, más amplio en cuanto a las libertades y las garantías sociales (y la primera es poseer un empleo) no tiene ninguna posibilidad de continuar.
Hay que profundizar en la democracia y devolver al pueblo los valores del pueblo. La democracia no es votar cada cuatro años. La democracia se hace cada día a través de la participación y a través de la razón de un nuevo orden más justo.
La sociedad no puede vivir pendiente de los mercados de deuda ni de lo que digan las agencias de calificación para acto seguido (como está ocurriendo en Grecia) retroceder en varias décadas en las conquistas sociales que tanto tiempo ha costado conseguir. No podemos mirar hacia otro lado. La revolución pacífica ha conseguido su objetivo: despertar las conciencias dormidas.
Nuestros jóvenes, los jóvenes del 15-M, los jóvenes nacidos en la Transición, los mejor preparados de nuestra historia, nos están dando estos días una gran lección democrática, una gran lección de comportamiento social, de radicalismo desde la fraternidad y la conciencia cívica y, sobre todo, han perdido el miedo a manifestarse, a salir a la calle y a decir las cosas que durante mucho tiempo tenían guardadas y solo rumiaban en pequeños grupos. Ahora es necesario que también se manifiesten en las universidades, en las fábricas, en los centros de trabajo… porque somos todos los afectados.
El 15-M es la conciencia del siglo XXI. Un basta ya a tanta dictadura del dinero sobre la fuerza del trabajo y la dignidad de los que quieren alcanzarlo. No quieren ser los nuevos esclavos del siglo XXI ni estar sometidos a las leyes del mercado sino a las de la humanidad.
Un nuevo grito de humanismo solidario se ha despertado y hay que estar preparados para seguir oyéndolo durante mucho tiempo.

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