ANÁLISIS DE LA POLÍTICA ACTUAL

Sólo la crítica y la profundidad en el análisis de nuestro mundo nos devolverá el sentido último de la realidad y de nuestra existencia

viernes, 20 de junio de 2014





MAR GRUESA

RETROCEDEMOS 16 AÑOS

F. MORALES LOMAS


Iluminados  por el glamour, las alharacas y el toma del frasco, Carrasco, del bisoño monarca Felipe VI, no se comenta que hemos retrocedido 16 años.
La renta española por habitante queda de nuevo por debajo de la media europea. Como hace 16 años. En poco tiempo hemos conseguido retroceder en el tiempo y empobrecernos como nunca. Y seguimos cayendo denodamente hasta la derrota final. Sabemos que en los últimos seis meses de nuevo han subido las ejecuciones hipotecarias y los desahucios hasta cuatrocientas mil hogares, aunque los desahuciados no aparezcan en los medios de comunicación para dar noticia de ello, en lo que simula un pacto vergonzante de la prensa con el nuevo statu quo.
España sigue siendo una deformación grotesca de la civilización europea. Y de nuevo hay que resucitar a los héroes del Callejón del Gato: los únicos que nos quedan en estos momentos para sacarnos del atolladero de la historia. De nuevo el drama familiar se sirve en pequeñas dosis mientras los medios hablan de la infamante derrota de la selección española y la llegada del monarca demediado.
Desque aquel “vamos a superar a Alemania” del cándido Zapatero en 2007 hasta el momento actual, la realidad ha sido que Alemania ha aumentado su renta y producto interior bruto más de nueve puntos y España ha caído en picado a posiciones de hace tres lustros. Esta es la realidad. Lo demás: ceremonias, proclamaciones y decesos que caen en el folklore atroz de la historia.
En esta crisis beneficiosa para Alemania hemos perdido los del Sur. Mientras la miseria aumenta y los contenedores de basura son el refugio natural de algunos que pretenden recuperar poder adquisitivo, los ricos del centro y norte de Europa llegan de nuevo como en los años 60 a ocupar nuestras playas, a comprar nuestras viviendas y a enseñarnos que España siempre fue durante mucho tiempo un país de emigrantes. Un país en la infrahistoria.
¡Triste España! Una España de charanga y pandereta que se viste en las grandes ocasiones con los zapatos nuevos que le aprietan para conmemorar falseadas onomásticas y sarpullidos históricos.
Los perdedores viven en el Sur. Lo sabemos. Los hemos visto y los vemos todos los días en los comedores sociales. Los vemos en los desempleados y en los desahuciados. Lo vemos en la reducción de salarios y la pérdida de consumo. Los vemos en los ojos dolientes de los habitantes de esta nación que siempre está tratando de construirse y destruirse a sí misma como sea.
Los políticos españoles y europeos con sus recetas han creado esta indigencia. ¿Cómo vamos ahora a querer a Europa? Ya no nos queda nada. Acaso la costumbre de la queja y la farsa y licencia del rey castizo.



viernes, 6 de junio de 2014


MAR GRUESA

REPÚBLICA O MONARQUÍA

F. MORALES LOMAS


Existe miedo a la libertad en la sociedad española contemporánea.
Como bien dijo Erich Fromm en un ensayo del mismo título, nuestra cultura fomenta estas tendencias hacia el conformismo y se reprimen los sentimientos espontáneos y, por lo tanto, el desarrollo de una personalidad genuina. En nuestra sociedad se desaprueban las emociones. Ser emotivo se ha vuelto ser enfermizo o desequilibrado. Y en estos momentos dejar que los sans culottes expresen si quieren una monarquía o una república es una forma de encender esa antorcha del sentimiento que se trata de reprimir.
La huida hacia delante de la monarquía, con el próximo enrocamiento del nuevo rey Felipe VI, es un claro síntoma de que su mengua ha alcanzado unos límites peligrosos. De diez ciudadanos ni cuatro la apoyaban. El rey se ha tenido que ir, no ha tenido otro remedio. No ha abdicado, las encuestas “lo han abdicado”. La sustitución veloz por un nuevo monarca es una forma de evitar la metástasis. El patrimonio sentimental y afectivo recogido durante la transición y el golpe militar se han dilapidado inútilmente.
España no es monárquica. Nunca lo ha sido. Si acaso, ha sido juancarlista. Pero ha sido juancarlista porque ha creído sinceramente que el artificio de la paz y la prosperidad de estos cuarenta años ha sido imputable a él. Axioma que evidentemente no es cierto, aunque tenga su parte alícuota: sin el concurso del PCE, CC.OO, U.G.T., PSOE y de la sociedad española en general no hubiera sido posible. Las medallas hay que colgarlas equitativamente.
Juan Carlos I, al marcharse, ha abierto el melón de la república. Un melón que siempre está ahí y ahora llega de nuevo. Los españoles tendrán todos los defectos del mundo, pero son de ideas fijas: y una de estas es que no quieren la monarquía. Por este motivo no se quiere referéndum. Si se produjera el resultado está muy claro: los españoles votarían república y, al día siguiente, el rey tendría que marcharse como lo hizo Alfonso XIII, y entraríamos de nuevo en un proceso constituyente hacia la III República. Estos cambios producen miedo al vacío.
Este imprevisible río revuelto en tiempos de crisis, con una tasa de paro de seis millones, con un retroceso de la clase media que se ha empobrecido y una caída en la exclusión de las clase populares ha aconsejado a los dirigentes del PSOE echarle un capote a la monarquía (no porque crean en ella) como un síntoma de que un futuro inconsistente no arreglaría la crisis actual e introduciría una incertidumbre atroz.

Es evidente el miedo a la libertad y, sobre todo, el miedo al pasado: un miedo que huele a ceniza.